jueves, 27 de octubre de 2011

Un breve recuento

Había también en el ejército, un joven comandante que se llamaba, Gerardo Ordoñez. Era precisamente lo contrario de, Roberto. Evidentemente yo creía que este muchacho escondía una verdad siniestra, sin duda, estaba inspirado  por una ambición. Él quería  ser más importante; imponer ante sus compañeros lo que su voluntad  quería. En pocas palabras quería ser mejor que, Roberto Herrera, aún acosta de lo que fuera, ya que aparentaba servir al Gobierno  como un medio de llegar a su objetivo. No era un patriota, sino un maldito ambicioso, un malvado encubierto del narcotráfico, un comandante que tiene más aspecto de traidor que de héroe.  Esto, se decían los oficiales y todos aquellos que conocían en apariencia a, Ordoñez.  Eran puras calumnias aseguraba él, sin decir nada más. Así  pues, ni una triste cualidad poseía el comandante, Ordoñez. Era un pobre diablo, sin chiste, bien odioso. Claro eso era a mi parecer.
Cesare hasta aquí la descripción de estos dos comandantes. Creí conveniente detenerme y especificar los rasgos que poseían porque de ellos hablare bastante.
A propósito, me parece adecuado  relatar a ustedes algunos sucesos y una que otra descripción del país en el que hoy por hoy  nos encontramos. Un país lleno de cambios, de nuevas leyes, que según dan mejoría al país. Digo según por que para el gobierno no somos nada (Claro, ya había mencionado algo relacionado en los primeros escritos) así que no divagare mucho en esto. Sólo haré una pequeña referencia  de un cartel que vi por la calle. Lo citare tal y como decía:

¡El gobierno regala mexicanos!
Obliga a sus pobladores originales a emigrar para pagar toda la deuda externa que se tiene con E.U.A. Exijamos nuestros derechos, nuestra libertad.
Anónimo



Ese cartel tenia mucha razón, si bien, los proyectos e inversiones deberían de hacerse entre el gobierno y el pueblo, pero no, cada día se va expulsando a la gente de su tierra.
 Es lamentable lo que pasa cada día en México. Ver cómo el gobierno cree incapaz de pensar a la gente. Siguen creyendo que el pueblo es una bola de idiotas que no piensan, que no pueden administrar, que no pueden gobernarse, que necesitan de la inteligencia "blanca" para poder vivir como se debe.
(versión final)

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