miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cerrando el trato

Al día siguiente, al dar las siete de la mañana, una columna de patrullas escoltaba  un carro blindado que se dirigía hacia la gubernatura. A esa hora las aves cantaban regocijantes entre las ramas de los arboles, corría una brisa tibia. El cielo estaba azul y limpio, y apenas algunas nubecillas se asomaban. La naturaleza toda parecía elevar un himno a dios, imponente y dulce. Y en medio de esta alegría del cielo, debajo en la tierra, atravesaba aquel cortejo policíaco escandaloso y terrible.  Me asombre mucho. No sabía que estaba pasando. ¿Quién vendría en aquel carro? ¿Por qué tanto escándalo? Sin duda algo extraño estaba pasando.
La columna atravesó toda la colonia. Yo con gran curiosidad me dirigí a la calle para saber que pasaba.
—¿Por qué tanto escándalo? —pregunté a una señora  que se encontraba fuera de mi casa.
—Ha llegado el presidente de los Estados Unidos. Llego para cerrar el trato relacionado con la deuda externa.
—¡Oh no! Interrumpió un joven. Sintiendo correr hielo por sus venas al escuchar aquellas palabras.
—Joven, huya usted  —le dijo la señora un poco exaltada.
—Eso haré; no tengo más opción. Quisiera morirme esta misma noche, señora. Mejor que saber todo esto.
— Pero, ¿Qué es esto? ¿Por qué huir? ¿Por qué querer morirse? Hay que tener valor. Sí todos protestamos podremos lograr algo.
—¡Ja ja! — Los dos soltaron una risa burlona
—Somos nada contra el gobierno, niña. Qué ingenua eres —dijo el joven en voz baja.
Este salió muy angustiado, se subió a un taxi, y se alejó al paso por la calle. Momentos después se oyó un disparo, que realmente no supe de donde provenía. Me desconcertó mucho y decidí averiguar el porque tanto ajetreo.
(versión final)

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