domingo, 13 de noviembre de 2011

La fe mexicana nuevamente narrada


(Séptima entrada versión final)


Los judiciales me levantaron bruscamente. Nos dirigíamos fuera de la gubernatura, cuando al salir, pude observar que la gente estaba abucheando al presidente. En represalia, ordenó disparar contra la multitud. El pueblo estalló en una furiosa rebelión. Era tanta la ira del pueblo para  conseguir sus derechos, que no le importó la violencia del ejército.

No pude hacer nada, pues iba custodiada por los judiciales. Mientras nos dirigíamos hacia la patrulla, observé cantidad de muertos y heridos que había a mi paso. Opuse resistencia cuando trataron de subirme, pero fue inútil. Cuando íbamos camino a la parada del tren, algo horrible sucedió. Mi papá se encontraba tirado en la banqueta, lleno de sangre. Grité como loca, tratando de hacer que la patrulla se detuviera. La bestialidad de aquellos hombres fue tanta, que me golpearon con tal brutalidad que quedé inconsciente. No supe nada más.

 Cuando desperté, ya me encontraba en el vagón del tren junto con otras personas. Empecé a llorar, pues sabía que mi padre estaba muerto. Tanto fue mi descontrol que me puse a gritar con desesperación. Un joven  me tapó la boca y dijo: “cálmate, te asesinarán si no te callas". Esto me provocó un miedo terrible, y traté de no llorar más. Después intente conciliar el sueño, pues sabía que ya no había salida.

Pocas horas después el tren se detuvo, y por mi mente pasaban varias preguntas: ¿Sería lo suficientemente fuerte para aguantar todo este tormento? ¿Qué será de mi familia? ¿Qué vida me esperaría? El coraje me dominaba en aquellos momentos.
Los judiciales poco a poco nos empezaron a bajar. Aún recuerdo aquellas palabras horrorosas:
“Serán trasladados a un campo de concentración, el cual esta dividido en varias áreas. La primera área es de talleres, donde ustedes como prisioneros realizaran trabajos y proyectos para empresas. La segunda área es un campo de cuarentena para mantener a los prisioneros recién llegados aislados de los demás. Por último la tercera área, donde hay varios edificios de piedra destinados a servicios del campo (cocina, duchas y lavandería). Si intentan escapar serán asesinados ¿Entendido?”.
Todos nos encontrábamos en shock tras aquellas palabras, que parecían la muerte misma. ¿Y ahora qué pasaría? ¿En qué acabaría esto?
Dios solo quiero una esperanza, un motivo para seguir viviendo...

1 comentario:

  1. Hay que tener mucho cuidado con las tildes: se ponen donde sí hacen falta; no se ponen donde no hacen falta. Veo mucha mejoría. ¡Felicidades!

    ResponderEliminar